Las arrugas nos cuentan historias que no se pueden borrar.
Son la huella de nuestras risas, nuestras preocupaciones, nuestros aprendizajes. Cada línea en la piel guarda el eco de un momento vivido intensamente.
Vivimos en una cultura que nos presiona para mantenernos “jóvenes”, como si el paso del tiempo fuera algo que debemos evitar. Pero, ¿y si empezamos a ver las arrugas como un símbolo de sabiduría, de autenticidad, de haber estado presentes en nuestra propia vida?
💬 No se trata de renunciar al cuidado, al contrario. Cuidar la piel también es un acto de amor propio. Hidratarnos, nutrirnos, protegernos del sol, dormir bien. Pero que ese cuidado venga desde el amor, no desde la negación.
Las arrugas no nos hacen menos valiosas.
Nos hacen más reales.
Y sí, puedes usar cremas, tratamientos o lo que desees. Pero que sea una elección libre, no una obligación impuesta por un ideal irreal.
🧡 Abraza tu piel.
🧡 Agradece todo lo que ha vivido contigo.
🧡 Y recuerda: lo verdaderamente bello no se estira, se expresa.
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