“Pensé que era solo un mal estómago…”. Esta frase se repite más de lo que imaginamos en salas de urgencia. Lo que empieza como un leve dolor abdominal puede, en cuestión de horas, convertirse en una emergencia médica. Esa es la realidad de la apendicitis, una afección que muchas veces subestimamos, pero que puede tener consecuencias graves si no se trata a tiempo.
¿Qué es realmente la apendicitis?
La apendicitis es la inflamación del apéndice, un pequeño órgano en forma de dedo ubicado en el inicio del intestino grueso. Aunque su función exacta aún es tema de estudio, su inflamación no es algo que se pueda ignorar. Si no se trata, el apéndice puede romperse y liberar bacterias en el abdomen, provocando una infección generalizada llamada peritonitis.
Un dolor que avisa… pero al que pocos escuchan
El dolor de apendicitis no siempre llega como una alarma. Comienza de forma difusa en la zona del ombligo y, con el paso de las horas, se traslada hacia la parte inferior derecha del abdomen. Muchas personas lo confunden con gases, malestar digestivo o incluso cólicos menstruales en las mujeres. Ese retraso en identificarlo puede marcar la diferencia entre una operación sencilla y una intervención de urgencia con complicaciones.
Historias que nos enseñan
María, una joven de 27 años, recuerda haber pasado dos días con molestias antes de ir al hospital. “Tenía náuseas, no podía comer y cada vez me dolía más al moverme. Lo peor fue que intenté aguantarme pensando que ya se me pasaría”. Cuando llegó a urgencias, su apéndice ya estaba perforado. Pasó casi una semana hospitalizada y necesitó antibióticos intravenosos para combatir la infección.
Su historia, como la de muchos otros, nos recuerda la importancia de escuchar a nuestro cuerpo. En un mundo donde nos exigimos seguir con nuestras rutinas sin pausa, aprender a detenernos por un dolor “menor” puede salvarnos la vida.
Síntomas a los que debemos prestar atención
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Dolor abdominal que empieza cerca del ombligo y se desplaza a la parte inferior derecha.
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Náuseas, vómitos o falta de apetito.
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Fiebre leve.
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Sensibilidad al tacto en el abdomen.
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Dolor que empeora al caminar, toser o moverse.
 
No todos experimentan los mismos síntomas. En niños pequeños, ancianos o embarazadas, la presentación puede ser diferente. Por eso, ante cualquier duda, lo mejor es consultar al médico.
El tratamiento: rápido y seguro
La solución más común para la apendicitis es la cirugía, llamada apendicectomía. Hoy en día, muchos casos se resuelven con técnicas mínimamente invasivas (laparoscopía), lo que permite una recuperación más rápida y menos dolorosa. Si el apéndice ya se ha roto, el tratamiento puede incluir antibióticos intensivos y una hospitalización más prolongada.
¿Qué podemos aprender de todo esto?
La apendicitis no es solo un término médico. Es una llamada de atención sobre la importancia de escuchar al cuerpo y no minimizar las señales que nos da. También es un recordatorio de que no hay dolor “tonto” ni consulta innecesaria cuando se trata de nuestra salud.
En un tiempo donde todo parece urgente, a veces lo más urgente es detenernos. Cuidarnos. Atender lo que sentimos. Porque prevenir siempre será mejor que lamentar.


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