lunes, 12 de mayo de 2025

Anorexia nerviosa: Escuchar el silencio del cuerpo

 La anorexia nerviosa no es solo una lucha con la comida; es una batalla silenciosa que se libra en lo más profundo del alma. Se trata de un trastorno alimentario complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo, y cuya verdadera dimensión no puede medirse en kilos, calorías o tallas, sino en sufrimiento humano, aislamiento y miedo.

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Más allá del espejo

Quien vive con anorexia nerviosa no busca únicamente un cuerpo delgado. A menudo, lo que se persigue es control, seguridad, o una forma de lidiar con el dolor emocional. El espejo se convierte en un juez implacable y la comida, en una fuente de culpa y ansiedad. La imagen corporal está distorsionada, pero esa distorsión nace de una profunda sensación de no ser suficiente, de no merecer amor, cuidado o descanso.

A veces, incluso rodeadas de amor, las personas que padecen anorexia sienten una soledad devastadora. El trastorno se instala como una voz interna que critica, que castiga, que exige. Esa voz no se calla con fuerza de voluntad, sino con compasión, comprensión y acompañamiento profesional.




Historias que importan

Detrás de cada diagnóstico hay una historia: una adolescente que se siente invisible, un joven que intenta encajar en un entorno que le exige perfección, una mujer adulta que lleva años conviviendo con una voz que le dice que su valor está en su apariencia. No son cifras en un gráfico, son personas con sueños, con talentos, con miedo y esperanza.

Por eso es tan importante no reducir la anorexia a una cuestión de vanidad o moda. Es un trastorno mental serio, con una de las tasas de mortalidad más altas entre las enfermedades psiquiátricas, y requiere un tratamiento integral que incluya apoyo médico, psicológico y social.

El poder de ser vistos

Uno de los mayores regalos que podemos ofrecer a quienes luchan contra la anorexia es la validación. Escuchar sin juzgar. Estar presentes sin intentar resolverlo todo. Decir: “Te veo, te creo, y no estás sola o solo”. La recuperación es posible, pero rara vez es lineal. Hay recaídas, avances pequeños, logros invisibles que deben celebrarse: comer un bocado más, pedir ayuda, quedarse en la mesa un poco más de tiempo.

La sociedad también tiene un papel que jugar. Es urgente cambiar los mensajes que glorifican la delgadez extrema y normalizan la obsesión por el cuerpo. Necesitamos crear espacios donde todas las formas de ser y de habitar el cuerpo sean valoradas y respetadas.

Un mensaje de esperanza

A quienes están luchando: tu valor no está en un número. No estás sola, no estás solo. Hay ayuda. Hay vida más allá de la anorexia. Una vida con risas espontáneas, con comidas compartidas, con libertad.

Y a quienes acompañan: tu presencia importa. Tu paciencia, tu cariño, tu capacidad de sostener incluso cuando no entiendes. Gracias por no soltar la mano.

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