Los calambres menstruales, o dismenorrea, son una realidad para millones de mujeres y personas menstruantes. No son “exageraciones” ni simples molestias: son contracciones del útero para desprender el revestimiento endometrial, y pueden ir desde una sensación leve hasta un dolor que interrumpe el día por completo.
💡 Lo que muchas veces no se dice:
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El dolor no siempre es igual cada mes: puede variar por el estrés, la alimentación, el descanso o incluso cambios hormonales naturales.
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No es “normal” que el dolor sea incapacitante. Si los calambres interfieren con tu vida diaria, puede ser señal de afecciones como endometriosis o síndrome de ovario poliquístico, y es importante buscar atención médica.
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El impacto no es solo físico: el dolor menstrual también puede afectar el estado de ánimo, la concentración y la energía.
💙 Escuchar al cuerpo importa:
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Calor localizado: una bolsa térmica en el abdomen o la espalda baja puede relajar los músculos.
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Movimiento suave: estiramientos, yoga o caminatas cortas estimulan la circulación y ayudan a liberar endorfinas.
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Alimentación antiinflamatoria: incluir omega-3, frutas, verduras y reducir ultraprocesados puede marcar diferencia.
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Descanso real: respetar el tiempo que el cuerpo pide. No es debilidad, es autocuidado.
🤝 Más empatía, menos juicios
Hablar abiertamente sobre el dolor menstrual ayuda a normalizar la conversación y a romper el tabú. Escuchar y validar la experiencia de quien lo vive es un acto de cuidado.
Menstruar es natural, pero sufrir en silencio no debería serlo. Tu dolor es real, tu bienestar importa, y mereces atención y alivio.
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