La anquiloglosia, también conocida como "lengua anclada" o "frenillo lingual corto", es una condición en la que el frenillo (la pequeña membrana de tejido que conecta la lengua con el piso de la boca) es más corto de lo normal o rígido. , lo que limita el movimiento de la lengua. Esta situación puede parecer algo menor, pero para quienes la padecen, especialmente en la niñez, puede tener un impacto significativo en su vida diaria.
1. ¿Qué es realmente la anquiloglosia?
A nivel funcional, la lengua cumple un papel clave en tareas tan básicas como succionar (en los bebés), masticar, tragar y hablar. Cuando el frenillo lingual está acortado, estos movimientos se vuelven difíciles y limitados, lo que puede provocar problemas de alimentación en los bebés y de dicción o pronunciación en los niños y adultos. Además, aunque no pueda parecer evidente, un frenillo corto también puede afectar aspectos sociales y emocionales, ya que a veces los niños pueden sentirse avergonzados o frustrados por sus dificultades al hablar.
2. Señales de que tu hijo podría tener anquiloglosia
Muchos padres detectan la anquiloglosia cuando el bebé tiene problemas para amamantar, ya que la succión efectiva requiere un buen rango de movimiento de la lengua. Si tienes un bebé que parece frustrado o que se cansa fácilmente durante las tomas, o si sientes dolor al amamantar, podría valer la pena investigar. En niños mayores, los problemas de pronunciación o dificultad para lamer los labios o tocarse el paladar con la lengua pueden ser signos.
3. ¿Es necesaria una intervención?
No siempre es necesario hacer algo con respecto a la anquiloglosia. En algunos casos, los niños pueden adaptarse y desarrollar una forma de hablar y comer que funcione para ellos sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, en casos severos, una pequeña cirugía llamada frenotomía puede ser recomendada, en la que el frenillo se corta para liberar el movimiento de la lengua. Es un procedimiento rápido y, por lo general, con poco o ningún riesgo.
4. El lado emocional: cómo apoyar a un niño con anquiloglosia
Si eres padre o cuidador de un niño con anquiloglosia, es importante ofrecerle apoyo emocional. La empatía es clave, así que explícale al niño de forma sencilla y natural lo que pasa y seguro que, con o sin cirugía, puede llevar una vida normal. Reforzar su confianza puede ayudar a evitar que los problemas de pronunciación afecten su autoestima.
Reflexión final
Cada persona es única, y la anquiloglosia es solo una característica más que puede requerir ajustes pero que, con el apoyo adecuado, no tiene por qué limitar a nadie.
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