Imagina despertar un día y darte cuenta de que tu cuerpo empieza a cambiar sin que tú puedas hacer nada para evitarlo. Te miras al espejo y ves señales que no comprendes: aumento de peso repentino, moretones que aparecen sin razón, o una cara que parece más redondeada de lo habitual. Puede ser desconcertante y aterrador.