Hola, soy Laura, mamá de dos pequeños y habitante de una comunidad donde el dengue ha sido una preocupación constante. Quiero compartir contigo algo que me tocó muy de cerca.
Hace un par de meses, mi hijo Mateo comenzó a sentirse mal. Lo vi con fiebre, dolor en los huesos, y estaba más cansado de lo normal. No sabía qué le pasaba, hasta que el médico nos dio la noticia: dengue. Como madre, sentí un nudo en el estómago. Mi hijo estaba en riesgo, y no había sido consciente de lo cerca que estábamos del peligro.
El dengue no es solo un término médico, es una amenaza real para nuestras familias. Este virus, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, puede afectar gravemente la salud de quienes más amamos.
Me di cuenta de que la prevención es clave. No es solo cosa de dejar todo en manos de las autoridades. Todos podemos hacer algo para mantener a nuestros seres queridos a salvo. Estos son algunos pasos simples que hemos adoptado en casa:
- Eliminamos el agua estancada. Los mosquitos encuentran en esos charcos un lugar perfecto para reproducirse.
- Mantenemos puertas y ventanas protegidas. Usamos mosquiteros para reducir las posibilidades de que entren en casa.
- Utilizamos repelentes. En especial, al atardecer y en las primeras horas de la mañana, cuando los mosquitos están más activos.
Hoy, Mateo está mejor, pero esta experiencia me hizo abrir los ojos. Cuidar de nuestros seres queridos y de nuestra comunidad empieza con pequeños actos que pueden marcar una gran diferencia.
Recuerda: prevenir el dengue es un acto de amor. Hazlo por ti, por tu familia, por tu comunidad. Juntos, podemos reducir los riesgos.